¿A QUE RITMO CORRER EN ULTRATRAILS?

Ultratrails: la coreografía trágica del ritmo equivocado

En el universo de las carreras de resistencia, el ultra trail o ultra maratón es un animal mitológico. No solo por su longitud —cualquier cosa que supere los 42 kilómetros y que se extienda hasta cifras que harían sonrojar a un GPS—, sino por el tipo de batalla que propone. No se trata de llegar más rápido. Se trata de llegar… entero. Y en esa travesía de 50, 80 o incluso 160 kilómetros, hay una decisión silenciosa, tomada casi sin saberlo en los primeros compases, que determina si cruzarás la meta como un guerrero invencible o como un espectro que arrastra sus pies con el alma hecha jirones: el pacing, ese arte sutil de elegir el ritmo correcto.

El ultramaratón: un castillo de naipes a 140 pulsaciones por minuto

Correr una ultra es como construir un castillo de naipes durante un terremoto. Cada paso, cada zancada, es una carta más. Y el viento que amenaza con derrumbarlo todo no viene de afuera: viene de uno mismo. Porque el gran enemigo no es la montaña ni el calor ni el barro, sino esa pequeña soberbia que susurra en los primeros 20 kilómetros: «Hoy estás fuerte, hoy puedes más.» Esa frase, inofensiva como una sonrisa, es el principio de la condena.

En un maratón clásico, un error de ritmo se paga con 12 o 14 kilómetros de sufrimiento. En un ultramaratón, ese mismo error puede transformarse en una penitencia de 30, 40 o más kilómetros, durante los cuales uno se convierte en una especie de náufrago con dorsal. Lo que al principio era una carrera se convierte en una larga caminata existencial.

El ritmo precoz: el canto de sirena de los corredores optimistas

La tentación de correr más rápido en los primeros kilómetros es universal. En parte, porque el cuerpo todavía no ha mostrado su factura. En parte, porque la mente no quiere ver lo que está por venir. Y en parte, porque los otros también van rápido, y a nadie le gusta parecer el flojo del grupo. El problema es que cada minuto robado al ritmo natural en la primera mitad será cobrado con intereses usureros en la segunda. No es una metáfora. En una carrera de 100 km, salir demasiado rápido puede traducirse en correr un 50 a 75% más lento en la segunda mitad. Es como hipotecar tu rendimiento futuro para tener una ilusión efímera de fuerza presente.

Fatiga terminal: el monstruo que no retrocede

Lo más aterrador de todo esto es que, en los ultramaratones, la fatiga no es solo una sensación: es una condición irreversible. El desgaste muscular, sobre todo el causado por las contracciones excéntricas —esas en las que el músculo se alarga mientras se contrae, como cuando bajamos una cuesta—, no solo reduce la potencia: mina el alma. Se ha demostrado que una vez que este daño se instala, no hay gel energético, mantra budista ni playlist motivadora que lo revierta. Se entra entonces en lo que los veteranos llaman «la lucha».

Una lucha que no se libra contra un rival visible, sino contra el propio cuerpo, que se vuelve traidor. Contra los pensamientos, que se vuelven abrumadores. Contra el reloj, que parece acelerar justo cuando uno más se ralentiza.

¿Cómo evitar esta caída libre?

Hay estrategias, por supuesto. Algunas obvias, otras contraintuitivas. Pero todas basadas en una lógica implacable: el cuerpo no perdona los excesos de entusiasmo.

1. Predicción precisa del rendimiento
El primer paso es no mentirse. Muchos corredores predicen su tiempo final en una ultra basándose en sueños, no en datos. El problema es que las ultras no son extrapolaciones del maratón. Son otro idioma. Si uno no ha corrido antes 56 o 80 km, cualquier predicción es puro optimismo especulativo. Las tablas sirven para estimar lo mejor que podrías hacer, no lo que realmente vas a hacer.

2. Comenzar con humildad
La estrategia más sabia, y la menos glamorosa, es empezar despacio. Lo suficiente como para que los primeros 20 km te resulten ridículamente fáciles. Esa es la mejor inversión: energía en la reserva para cuando el paisaje se vuelva lunar y las piernas quieran desertar.

3. Guardar balas para el final
En el ultramaratón, la segunda mitad es una guerra abierta. El truco no es llegar ahí con la gloria del velocista, sino con la calma del sabio. Si te quedan fuerzas en el último cuarto, puedes correr con dignidad. Si llegas vacío, lo que sigue es una coreografía desarticulada de pasos torpes y miradas perdidas.

4. El arte de caminar antes de necesitarlo
Aquí viene una de las lecciones más heréticas: caminar no es rendirse. De hecho, caminar antes de sentirte fatigado puede ser la estrategia que te permita correr más adelante. Los pioneros Tom Osler y Jeff Galloway descubrieron que alternar caminatas desde temprano reduce el daño muscular acumulado y retrasa la aparición del monstruo de la fatiga terminal.

5. Conocer el terreno, casi como si fuera tu casa
Saber cómo son los últimos 25 km del recorrido —y si es posible, haberlos recorrido— te permite anticipar lo que vendrá. Visualizarlos es preparar la mente. No se trata solo de saber dónde hay subidas. Se trata de establecer un pacto emocional con el terreno.

6. Ritmo conservador: 10 a 30 minutos más lento en la primera mitad
Sí, leíste bien. La estrategia recomendada es correr los primeros 50 km entre 10 y 30 minutos más lento de lo que predices que podrías. Es una bofetada al ego, pero una caricia a la supervivencia. Es elegir correr lento para poder correr, en vez de acelerar para después arrastrarse.

El enfoque mental: un mantra por zancada

Todo esto, sin embargo, se viene abajo si no hay un trabajo mental que lo acompañe. Cuando aparece el dolor —ese dolor que no se parece a ningún otro—, hay que aprender a no viajar mentalmente al kilómetro que falta. El único pensamiento útil es: “Esta zancada. Solo esta.” Estar en el presente no es un eslogan de meditación: es una estrategia de resistencia.

Conclusión: correr una ultra como si fueras un viejo sabio

El ultramaratón, al final, no premia al más veloz, sino al más sabio. Y la sabiduría, en este contexto, se parece mucho a la humildad. A saber cuándo parar, cuándo caminar, cuándo dejar pasar a otros sin entrar en pánico. A entender que el cuerpo tiene sus leyes, y que el orgullo no es combustible.

La ironía final es que cuanto más lento y prudente seas al principio, más rápido y orgulloso cruzarás la meta. Como si el ultramaratón fuera una metáfora de la vida misma: los que más apuran el paso al inicio, terminan perdiendo el aliento justo cuando más lo necesitan.

Scroll al inicio
TRAILXTREM ACADEMY
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.